Azken urtoetan, Telebista kateek publizitate bidez lortzen dituzten etekinen beharakada nabarmena eman da ikusentzunezko sektorean, zuzen-zuzen eragin duena arazoak sortzeko ikusentzunezko enpresei, hauek baitira diru horren bidez, programak ekoizten dutenak. Expansión aldizkariaren artikulu batean nabarmentzen da hainbat enpresa hauek arazoak izango dituztela etorkizunean beraien jarduna ziurtatzeko, 2002ko emaitza negatiboen ondorioz (aurtengoa,2003.urtekoa, orain ez da egin): Si las previsiones del sector se cumplen, la facturación publicitaria de las cadenas convencionales de televisión españolas alcanzará este año una cifra que podría situarse entre los 1.923 millones y los 1.960 millones de euros, lo cual supondrá un descenso de entre un 6% y un 8% con respecto a 2001, y de más de un 15% sobre 2000, que ha sido el mejor de los últimos cinco años. Esta caída de ingresos, de la que las cadenas privadas reparten las culpas entre la crisis general del mercado publicitario y la agresiva política comercial desarrollada por la televisión pública, amenaza con crear serios problemas al sector de las productoras de programas para televisión. Con cerca de 90 empresas, este mercado está dominado por no más de una decena de compañías que concentran la totalidad de la producción, en tanto que dos tercios de las mismas tienen que conformarse con producir un solo programa al año y, normalmente, de escaso presupuesto. Si a esto se suma que únicamente una cuarta parte de la programación televisiva -aparte del cine y el fútbol- es realizada por productoras ajenas a las cadenas de televisión, cualquier recorte de costes en este capítulo tendrá importantes consecuencias sobre el sector. De hecho, ya en 1999, RTVE decidió unilateralmente reducir del 15% al 10% la participación en los beneficios de los programas para las productoras ajenas, lo cual hizo temer a muchas compañías incluso por su propia existencia. Para los próximos meses, el panorama no es más halagüeño, ya que las cadenas han comenzado el proceso de presión para reducir unos costes de producción que ya estaban siendo controlados de forma muy estricta. Todo apunta a una concentración de empresas y a un duro período de negociaciones, en el que más de una compañía puede sucumbir.