LA MODULACIÓN

El problema que se suscitaría en seguida era, en términos simples, impartir a las ondas de radio las vibraciones que caracterizan los sonidos de cada letra, y el conjunto de ellas, las palabras. La forma y número de las vibraciones era variable, y era necesario descubrir la forma de imprimirlas a la onda de radio. En este punto entraban también a jugar los términos de amplitud y frecuencia.

Las investigaciones en torno a la solución de este punto fueron acuciosas, y conformaron una desesperada carrera contra el tiempo. La palma de oro se la iba a llevar el norteamericano Lee de Forest, al inventar "el audión", que hacía posible la telefonía inalámbrica a largas distancias, y que le valiera el título de creador de la radiodifusión.

Antes de Forest, Thomas Alva Edison –el famoso inventor norteamericano- había observado que cualquier filamento que se calentara en el vacío emitía flujos de electrones susceptibles de ser regulados por algún tipo de rejilla. Esta idea había sido recogida por Ambrose Fleming –físico inglés, nacido en Lancaster en 1849-, que en 1904, basándose en la teoría de Edison, había inventado el detector termoiónico o "díodo" –válvula de filamento y placa- que permitió la transmisión de la voz humana por medio de las ondas hertzianas, pero en forma rudimentaria.

Mientras Fleming laboraba en Inglaterra, en los Estados Unidos otro investigador se aproximaba a una etapa culminante en materia de telegrafía sin hilos. Era Lee de Forest, norteamericano, nacido en Council Bluffs, estado de Iowa, en 1873.

Forest se había doctorado en ciencias en 1899, y había fundado una compañía de telegrafía sin hilos, donde mantenía un laboratorio experimental que dirigía personalmente.

Forest se había fijado en las limitaciones del cohesor de Branly y había construido, por oposición, un detector electrolítico. Más tarde descubrió que una válvula de vacío, con filamento, placa y rejilla, no solo podría utilizarse como detector sino como amplificador y oscilador. Así reunió en una válvula termoiónica los electrones esenciales de detección, amplificación y oscilación, destinados a la emisión y recepción de ondas radiales. El tubo de radio quedaba inventado, y la radiotelefonía entraba, gracias a ello, a la edad adulta.

Los pasos siguientes estarían conformando una carrera acelerada de constante superación, pero sobre el descubrimiento básico de Lee de Forest, que paradojalmente ganó millones con su invento y los perdió también peleando judicialmente por la prerrogativa de su invención.

Entre las nuevas formulaciones se destaca el proceso de "regeneración" o de "superreacción", inventado por el profesor E. H. Armstrong, de la Universidad de Columbia, quién logró reforzar el impulso inicial, devolviendo parte de la corriente producida en el circuito filamento-placa hacia la rejilla. Este sistema se puso en vigencia ya en 1914.

Los técnicos se abocaron después a mejorar las cualidades de recepción, logrando nuevos sistemas, entre ellos el de montaje "heterodino", que dispone de un circuito independiente, productor de corriente alterna de frecuencia ligeramente diferente a la de la corriente oscilante recibida por la antena.

Al sistema de radio conocido como A.M., modulación de amplitud, se agregó más tarde el de F.M., modulación de frecuencia, donde la ampliación de la onda se mantiene constante, mientras se hace variar la frecuencia.

Las radiofrecuencias, por otra parte, se utilizaron con éxito posteriormente en transmisiones por teletipo, y especialmente en la llamada "telefotografía". En este último campo es importante el aporte realizado ya a principios de siglo por el físico alemán Arthur Knorn –nacido en Breslau, en 1870-, quién en 1903, comunicó oficialmente a la Academia de Ciencias de París que había inventado un dispositivo capaz de transmitir fotografías a distancia. El sistema se basaba en las diferencias de resistencia eléctrica de un elemento, el selenio, según la intensidad de la luminosidad a la que se era sometido. Las excitaciones que el selenio recibe son, a su vez, irradiadas por una antena transmisora y captadas en el receptor por otro dispositivo, también sobre la base del selenio, que transforma las ondas en puntos de diversas intensidades, que conforman la fotografía transmitida originalmente. El invento de Knorn fue perfeccionado más tarde por otros investigadores, especialmente por el alemán Hittorf.