cuatro años después de la invención de Chappe, ya el mundo disponía de otros elementos de avanzada en materia de telecomunicaciones. El 16 de diciembre de 1795, la Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona había tomado conocimiento de una "Memoria sobre electricidad aplicada a la telegrafía", de la que era autor el profesor del Instituto Clínico de Barcelona Francisco Salvá y Campillo. La memoria contenía la descripción del primer telégrafo eléctrico. Un año más tarde, la "Gaceta de Madrid" daba cuenta de que el aparato se había ensayado con todo éxito. Desgraciadamente, circunstancias políticas hicieron olvidar por esos días el invento de Salvá. El profesor español había aportado, además, otro importante invento, "el telégrafo de chispas", que, como lo reconoció el propio Guillermo Marconi, fue el elemento verdaderamente precursor de la telegrafía sin hilos, ciencia que finalmente desplazaría los sistemas iniciados por Lesage, Chappe, el propio Salvá, y perfeccionados por Morse.