Principio de la continuidad. También llamado principio de la frecuencia (R. Burke), o principio de la repetición (Ozolín), o de reversibilidad: Los trabajos deben realizarse de forma suficientemente espaciados para que tenga lugar el crecimiento de los tejidos, la reposición alimentaria y la síntesis bioquímica, aunque deben ser lo suficientemente frecuentes para contribuir al desarrollo fisiológico. Los descansos largos no entrenan, ni crean hábito, no hay adaptación. Al someter al organismo a un esfuerzo, hay posteriormente una fase negativa de agotamiento y luego una positiva en la que se supercompensa, se rinde más que en el primer esfuerzo. Esta supercompensación no se mantiene indefinidamente, se pierde con el paso del tiempo y se necesita otro estímulo para mejorar. Los descansos demasiado cortos sobreentrenan. Significa que introduce esfuerzos, estímulos sin esperar el tiempo necesario para que el organismo compense la fatiga; entonces las fases negativas son cada vez mayores con mayor cúmulo de estrés físico y psíquico. Este fenómeno se puede utilizar como entrenamiento (mesociclo de choque), pues si después de varias fases negativas, cada vez mayores, en la última hacemos la supercompensación, obtenemos una supercompensación muy grande (fenómeno de la hipercompensación de Ozolín). Los descansos proporcionales permiten la supercompensación. Cuando los descansos son adecuados, el organismo asimila la actividad realizada, entra en fase de supercompensación y la capacidad funcional aumenta. Por todo lo cual se puede asegurar que para que se cumpla un crecimiento constante de la capacidad funcional del organismo, es necesario que cada esfuerzo se realice sobre el fondo de capacidades de trabajo incrementadas gracias a un trabajo continuado.