Al terminar la II Guerra Mundial, la
televisión volvió a empezar de cero. Las firmas de material
radiofónico se lanzaron a este nuevo mercado. Uno de los
principales problemas fue la definición de las imágenes y su
normalización. Mientras los Estados Unidos conservaban las 525
líneas, la BBC británica permaneció fiel a sus 405 líneas. Los
otros países europeos se agruparon en 625 líneas, lo que llegó
a ser una especie de consenso mundial.
En las islas británicas el desarrollo fue algo más lento:
45.000 receptores en 1948; 240.000 en 1949; 590.000 en 1951;
1,5 millones en 1952; 6,9 millones en 1957; 11,8 millones en
1962. En Francia el proceso fue más tardío aún, ya que en el
año 1953 sólo el 10% podían recibir televisión. En Europa
Occidental, las emisiones comenzaron en 1951 en los Países
Bajos; en 1953 en Bélgica y Dinamarca; en 1955 en Austria,
Luxemburgo y Mónaco; en 1956 llegó a Suecia y España.
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